Por R RAMOS-PEREA
Me traen la pregunta de por qué escribo sobre la literatura y la intelectualidad negra si soy blanco.
Quieren provocar mi punto de vista sobre la afrentosa situación a la que ha sido sometida mi colega dramaturga y hermana Teresa Marichal. Sólo quiero añadir una cosa a la defensa cerrada que todo el país ya le ha ofrecido a mi colega y a la que yo me sumé mucho antes de que fuera tan molestosamente pública.
Seré conciso. La mayoría de las críticas del antirracismo fundamentalista que llegan a Puerto Rico nos vienen de académicos puertorriqueños afrodescendientes que están estudiando sus doctorados y sus maestrías en las universidades estadounidenses.
Es en esa nación al borde una guerra civil, donde se cocinan todas estas persecuciones contra todo lo que les ofende su fundamentalismo, donde los asuntos raciales se reducen a blancos contra negros y la meta -aunque usted no lo crea- es ganar superioridad de una raza sobre otra como un acto de venganza histórica.
La lucha antirracista es una lucha de todos y nadie tiene derecho a cuestionar la autenticidad de los que luchan por no ser negros.
Me parece que estos académicos puertorriqueños en universidades estadounidenses están viviendo el racismo de ALLÁ, las luchas antirracistas de ALLÁ, con toda la carga de violencia, agresión y muerte que se cocina en esa nación, ALLÁ. Porque es ALLÁ donde se han dado las condiciones para la guerra civil donde ganará quien más blancos o negros mate. ¡Pero eso es ALLÁ! No AQUÍ.
No niego que el racismo en Puerto Rico sea violento. Llevo años estudiándolo y ahí están mis libros, mis películas y obras dramáticas para probarlo. Estoy seguro de que mis contribuciones a esos estudios son superiores en cantidad y en uso de fuentes primarias que las de esos académicos. Y yo no vivo ALLÁ, ni estudié en las YVL de ALLÁ. (Estudié en México con muchos sacrificios paternos, con jóvenes actores y dramaturgos indios, criollos, blancos y mulatos, que a veces no tenían un peso para tomar el camión.)
Tratar de aplicar esos raseros de ALLÁ a nuestra cultura de esa manera tan destemplada e intolerante no habla bien de su inteligencia.
Creo que estos académicos están mucho más preocupados de lo que los ofende a ellos como víctimas del racismo, que a la lucha antirracista que a todos nos compete.
Y creo más. El ataque a Teresa Marichal no es a sus cuentos puertorriqueños afros recogidos, estudiados y difundidos por una académica blanca que es gloria de nuestra Nación, la Dra. Julia Cristina Ortiz. Es a Teresa Marichal como persona, que tuvo la deferencia de defenderse, con comprensible apasionamiento un tanto errático (pues no le concebía tales violencias), de tales frívolas acusaciones.
¿Cuándo hemos visto a estos académicos de ALLÁ intervenir contra verdaderos actos de racismo de los que día a día sufre nuestro país? ¿Han ido a hablar a las escuelas de Loíza, a los residenciales, a las escuelas donde Teresa expone su magistral arte de cuenta cuentos para dar a conocerlo entre los niños y los jóvenes, a quienes les importa un bledo si ella es blanca o negra? ¿Acaso estos encumbrados académicos se conforman con simplemente mirar desde sus torres de marfil gringas y cancelar a quienes no militan en su fundamentalismo “woke”?
Porque yo, dramaturgo “blanco”, --Presidente del Instituto Alejandro Tapia y Rivera, (dramaturgo también blanco, autor de “La Cuarterona” el primer drama antirracista de nuestra literatura), que tiene un Departamento de Estudios sobre la inteligencia afrodescendiente--, estuve en una escuela de Loíza no hace mucho, hablando a una treintena de profesores negros, invitado por una amabilísima dinámica maestra negra, hablándoles de quienes fueron los intelectuales puertorriqueños negros más importantes del siglo XIX y XX. Nadie en Loíza me exigió que yo debía ser negro para hablar de tal tema.
Yo no creo que tenga que estar sacando la foto de mi abuelo paterno, mulato de Mayagüez, ni de su madre y su abuela, esclavas libertas negras, a cada momento que alguien se le ocurre culparme de mi “terrible pecado” de ser “blanco”.
Basta ya de esta fanática insensatez. Esto no es ALLÁ, esto es AQUÍ y AQUÍ TODOS, blancos, mulatos y negros tenemos la capacidad para bregar el asunto con inteligencia, con tolerancia, y sin tener que atacar a nadie con esa innecesaria agresividad.
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