Por: WILKINS ROMÁN SAMOT Roberto Ramos Perea (Mayagüez, Puerto Rico, 1959) es dramaturgo, actor, director, productor, periodista, crítico de teatro y cine, guionista, investigador y, también, escritor. Se formó en Dramaturgia y Actuación en el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, D.F., y continuó estudios de Drama y Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Es el Presidente del Instituto Alejandro Tapia y Rivera (IATR), entidad que fundara para la protección y fomento de la literatura dramática y el cine puertorriqueño, la literatura y el teatro de los afrodescendientes y la diáspora puertorriqueña. En esta entidad es el Director Artístico de la Compañía Nacional de Teatro y, además, dirige el Archivo Nacional de Teatro y Cine. Ramos Pera fue el Rector del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño. Decir Roberto Ramos Perea es decir vivo ejemplo de una vida productiva consagrada al quehacer creativo, con efecto nacional e internacional. Su trabajo creativo ha sido presentado y reconocido dentro de Puerto Rico y en países como Japón, Estados Unidos, España, la República Checa, Polonia, Brasil, Cuba, Venezuela, Argentina, México, Chile y República Dominicana. Parte de su producción creativa ha sido traducida a unos siete idiomas. Ha sido premiado por el Ayuntamiento de Sevilla, Casa de las Américas de Cuba, el PEN Club de Puerto Rico, la Fundación Ricardo Alegría, la Medalla Víctor Hugo, la Asociación de Directores de Escena de Japón, el Instituto de Literatura Puertorriqueña y el Ateneo Puertorriqueño. El Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, España le otorgó en 1992 el Premio Tirso de Molina a su obra Miénteme más. Ramos Perea ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace algún tiempo publicasteis Por maricón (2010). ¿De qué trata o tratas en esta obra de teatro y cómo recorres entre la literatura y la realidad o no ficción? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?1.2 Roberto Ramos Perea (RRP, en adelante) – Un generoso encuentro con mi colega historiador el Dr. César Salcedo Chirinos me puso en vilo con los pocos y resumidos folios que él encontró en el AGPR sobre la causa por Sodomía y conato de deserción contra el sastre mulato Francisco Sabat y el sargento de guarnición José Colombo. Este proceso dice claramente en su primera página que una de las acusaciones contra Sabat se estipula por ser éste “maricón”. La generosidad de César y su estímulo a indagar hondo en esta historia me quitaron la paz por mucho rato. Sería este el primer proceso conocido y público por una causa prohibida entonces y que aún hoy sigue latiendo. Para mí esto no era literatura dramática simplemente, era todo un acto de solidaridad histórica con las luchas de la reafirmación de entonces, como sostén de las presentes. No hay ficciones en este drama. Hay puras realidades. De esas de las que el teatro se apropia para su afirmar su continuo propósito de ser el vengador de los irresponsables olvidos. Siempre he dicho que después de la revolución, el teatro es la única forma de justicia. Todo lo derivé de las breves líneas de los folios con su respectiva consecuencia lógica y la sentencia final del caso. Aun con los pocos folios, los testimonios y las indagatorias no solo sugieren, afirman claramente lo doloroso y trágico del proceso. Los testimonios de las víctimas y los victimarios de una condición colonial que en el siglo XIX era virulenta y asesina nutren mi imaginación de un humanismo que hasta a mí me sorprendía. 2.1 WRS –¿Qué relación tiene Por maricón con vuestro trabajo creativo-investigativo anterior y hoy?2.2 RRP – Al igual que Enrique Laguerre en su género, mi Maestro mocano me instaba a que toda mi obra, colocada en su época cronológicamente, fuera un espejo de la historia vivida por mi Nación. He escrito obras que desarrollan sus tramas en diversos momentos. Y que atrapan de manera dramática las más feroces contradicciones de su tiempo como espejo clarísimo de las contradicciones presentes. Por Maricón se ubica en ese espacio temporal donde Tapia y sus contemporáneos comienzan la construcción de eso que llamamos “ser nacional” o literatura fundacional. El personaje central de Por Maricón es un puertorriqueño negro, ilustrado, sastre reconocido, intelectual, poeta, y homosexual en un momento donde todos estos atributos confligen y se confrontan con la tiranía. De esta en adelante mi obra, que se arraiga en lo histórico, se inserta en el devenir de lo fundacional, creo. Lo “fundacional” funda como es obvio, y cada época goza de una fundación singular. Yo pertenezco a la generación de los 70 y 80, que es donde se da una nueva visión del teatro como acto más social que político como lo fue en los 60, pero sin dejar de ser político, se afirma ante todo en la nacionalidad encontrada y defendida. 3.1 WRS – Si compara su crecimiento y madurez como persona, dramaturgo, actor, director, productor, periodista, crítico de teatro y cine, guionista, investigador y, también, escritor, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo-investigativo o no inicial con el de hoy?La madurez es inevitable. Pero no llamemos “madurez” a la reticencia de volver sobre de aquellas cosas que considerábamos riesgos no calculados de la juventud. Yo todavía creo en la osadía, en el riesgo, en la audacia. Toda obra de un autor “madura”, o mejor decir, “cambia”, se transforma, y también se desvirtúa. A veces se vuelve “pacífica” y hasta inofensiva. La obra de Luis Rafael Sánchez, por ejemplo. De las osadías de su temprana adultez, hasta los silencios de su ancianidad hay un tortuoso viaje. Claro, no por eso deja de ser una obra excelsa y ejemplar. Pero yo no pondría la defectuosa Quíntuples al lado de la magna maravilla que es La pasión según Antígona Pérez, ni de broma. Lo inverso sucede con René Marqués. Sus primeras obras como Palm Sunday, El sol y los Macdonald y El hombre y sus sueños, bordean peligrosamente la mediocridad, pero Un niño azul para esa sombra, es y seguirá siendo una de las joyas más preciadas de nuestra literatura dramática. ¿Cómo podemos saber si la obra de un autor mejora o empeora? ¿Desde qué punto la miramos, desde qué edad o desde qué madurez? De mi puedo decirte poco pues no sería objetivo. Las tengo malas o buenas en mi juventud como en mi vejez. Creo que tengo algunas de mi juventud que aún me laten furiosas entre mis más íntimos placeres. 4.1 WRS – Roberto, ¿cómo visualiza su trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera?4.2 RRP – Me inserto en una corriente muy concurrida. El teatro histórico escrito en la llamada “posmodernidad”, me ha llevado a que algunos críticos y colegas me califiquen de “posmoderno”. Juan Villegas, uno de los más importantes teóricos y críticos dramáticos de Chile y de Estados Unidos que enseñó durante muchos años en UCLA, me chacoteó amistosamente diciéndome que una de mis más extrañas obras, Mistiblú escrita en 1996, era “pura posmodernidad”. Yo le rechacé de inmediato la palabreja, porque eso de la “posmodernidad” o es un vicio o una moda o una impostura. Y no estoy para ninguna de las tres. Pero cuando miro a mis colegas de América Latina y a algunos de España con quienes comparto, me doy cuenta de que es la época la que nos ha torturado con estos atributos comunes. La desaparición de los “grandes relatos”, la desilusión, el desencanto con el progreso, la antimodernidad y todas esas pamplinas del mundo globalizado y colonizado por las corporaciones, hace inevitable que nos sintamos unidos en azimutos. Con mis colegas puertorriqueños es lo mismo. Aquí en la patria, sin embargo, mi desaparecido hermano y colega Abniel Marat se llamaba orgullosamente “posmoderno”. En él era comprensible por la misma naturaleza revolucionaria de su genial obra. Pero ciertamente nos unían los aspectos históricos en los que Marat trabajó incasablemente en sus últimas piezas y de manera excepcional. Todavía lamento la partida de ese colega a quien me unían muchas cosas, tan tiernas y amorosas como difíciles y dolorosas. Pero nuestro amor mutuo por la historia de la nación y el poder que teníamos para llevarla a las tablas era incondicional, solidario y muy generoso. Igual con José Luis Ramos Escobar, hermano y colega, quien en sus últimas obras comparte nuestro espacio “pos-pos-pos moderno” dramático con los sucesos infames de nuestra historia. Con Carlos Canales, Teresa Marichal y Aleyda Morales, al igual que con Zora Moreno, y las nuevas generaciones como Kisha Tikina Burgos, Sylvia Bofill, Pedro Rodiz, Carlos Vega (su teatro no comercial), Adriana Pantoja, y hasta el más joven de todos ellos, Rafael Pagán, trabajan su historia presente en el espacio de lo íntimo, de la cotidianidad y sus traiciones. Este teatro “social”, feminista en ocasiones, trae también su carga “posmoderna”, que, si bien él mismo se rechaza la maldita etiqueta, no escapa de sus propias desilusiones. 5.1 WRS - ¿Cómo concibes la recepción a su trabajo creativo-investigativo dentro y fuera de Puerto Rico, y la de sus pares, bien sean escritores de teatro u otro género? Es difícil saber esto si no te estrenan tus obras en otros países. Yo he tenido la suerte de estrenar en muchos países en diversos idiomas. Desde Japón hasta Sudáfrica, pasando por el Líbano, España, casi toda América Latina, todas las Antillas, Brasil y en muchos estados de México y Estados Unidos. En todos he recibido por la prensa y los colegas frases elogiosas y críticas asertivas y agradecidas por mis aportaciones a la dramaturgia latinoamericana contemporánea. Los españoles me otorgaron el Premio Tirso de Molina en 1992, que es el más alto Premio que se otorga a un dramaturgo de habla hispana en el mundo. Si bien me complace sobremanera, no me es posible sacar de ellas una certidumbre de mi calidad. Eso no lo puedo saber ni yo ni nadie y yo soy el peor crítico de mi trabajo. La crítica es el ejercicio del criterio, y cada observador de mi obra tiene los suyos. En el teatro, tratar de establecer un criterio único de calidad sobre una obra es un ejercicio fútil y hasta inicuo. La recepción de mi trabajo por parte de mis pares es siempre una dispareja batalla entre egos y generosidades. Es muy difícil encontrar un colega que pueda darte una seria y detenida opinión de tu trabajo si este se desarrolla en las mismas condiciones y bajo las mismas maldiciones del sistema que se comparte. Sin embargo, cuando hay -ahora digo yo- la “madurez” para aceptar y vivir con la conciencia de que nuestro trabajo no es una competencia, sino un esfuerzo común por una causa común que es nuestra literatura dramática, pues el asunto se vuelve afectuoso, imparcial y pudiese ser que hasta solidario. Entre dramaturgos puedo siempre contar con la sabia y afectiva opinión de mis hermanos dramaturgos de mi generación Carlos Canales y Aleyda Morales. Y con mis compañeros escritores de otros géneros comparto opiniones serias y desinteresadas con el poeta y ensayista José E. Muratti, con una periodista de la seriedad y amplitud intelectual como lo es Sandra Rodríguez Cotto, con el cineasta José “Pepe” Orraca quien es uno de los autores e intelectuales cinematográficos más importantes de nuestra Nación, y de académicos y escritores de magna calidad como Ramón Luis Acevedo y Vivian Auffant, Yvonne Denis, Jaime Rodríguez Cancel, y varios más. En estos mencionados no hay ego que intervenga. Y de los que ya no están, siempre encontré justa y entusiasta valoración y admiración en lo que me señalaban mis tres maestros Francisco Arriví, Manuel Méndez Ballester y Enrique Laguerre. Ellos junto al aprecio de Ricardo Alegría y Myrna Casas, dieron a mi obra una un entusiasmo que aún disfruto recordar y revivir. 6.1 WRS – Sé que vos es de Mayagüez, Puerto Rico. ¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor de literatura, sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?Yo soy puertorriqueño aunque naciera en la Luna. Y me considero sobre todas las alternancias de mi oficio, un dramaturgo puertorriqueño. Aún cuando tenga mis raíces entrelazadas con mis hermanos latinoamericanos, me sostengo en lo dicho por Unamuno: “cuando uno es de su país, es de los países todos”. Pero primero hay que ser de su país. Desear por su país la libertad, la república, la democracia socialista, el bien común, el fin del colonialismo y del racismo, y dar lo que sea justo y obligado por la razón para su bienestar. Al mío le ofrecí mi pensamiento y mi creatividad, que es lo que más valoro de mí mismo, después de mi familia. 7.1 WRS – ¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo-investigativo?Soy negro, aunque mi piel se aclare ante la mirada celosa. Mi abuelo paterno era negro, era un poeta, un lector voraz, socialista y obrero. Fue policía, guardia de almacenes, y hasta cargó con defectos humanos que aún hoy recuerdo con tristeza. Pero recuerdo su negrura como una medalla. Mi abuelo materno era quincallero y capataz. Era blanco, o más bien jincho criollo. Muñocista. Cristiano hasta la médula, lector de la biblia únicamente. Pero recuerdo su fe y su solidez de carácter como otra medalla. Mis dos abuelas, jinchas puertorriqueñas, vivieron el espacio de rebeldía y sumisión del mundo machista y opresivo del Puerto Rico de los años 20. ¿Qué obra dramática podría desarrollar con esa herencia? Pues una que lleve a escena esas mismas contradicciones. En cuento a mi género, soy heterosexual. Siempre lo he sido y no he tenido más orientación que esa. Mi solidaridad siempre ha estado del lado de la diversidad. Sin embargo, no tolero imposiciones ni de género, ni de política. No me interesa “estar bien” con quien propone que hay que estar bien “con todo” para no ser criticado. He señalado en mi obra dramática lo que me parecen defectos sociales de hombres, mujeres y todos los demás “géneros” que han surgido a raíz de las aperturas de las nuevas nomenclaturas. Yo hablo, en este sentido, sobre seres humanos. Poco o nada me importa lo que hagan en su intimidad o con quién se identifiquen. Me importa la injusticia. Pero no voy a ser borrego de venganzas históricas, ni de trincheras irracionales.He sido un ferviente crítico del Partido Independista, aún cuando soy separatista y republicano (de República), desde lo más profundo de mi corazón y convicción y hasta por herencia, pues recuerdo todos los días que mi sangre familiar rodó por las calles Marina y Aurora en 1937. Pero por ello no puedo negarme a considerar intelectualmente otras opciones como la soberanía, el autonomismo radical de Baldorioty, o hasta la misma disolución estadista si esas fueran -a punta de fusil- las únicas alternativas con las que contásemos. Las alternativas se meditan, se piensan, no se rechazan en victimizado martirio. Los héroes no existen, y si existiesen, sería una pena que se desperdiciaran en un fanatismo que de lo único que sabe es de morir.8.1 WRS – ¿Cómo se integra su trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor hoy?Vivo sumergido en libros de historia y en periódicos antiguos. No puedo concebir el presente sin mirar al pasado de manera ferviente y continua. El futuro no puede explicarse sobre caminos no recorridos. Es cierto que el futuro es una aventura en lo incierto, pero los seres humanos necesitamos granitos de seguridad. Esa nos las da el saber qué pasó antes y por qué. Incluso el conocer cómo las cosas cambian, se transforman o se contradicen, hacen de la tarea creativa la más integral y completa. Y sobre todo la más necesaria. Odio esa literatura dramática y narrativa narcisista que solo mira lo que le duele a sí misma o con quién se ha de acostar y como tener sus orgasmos en una noche de sexo aburrido. Hay demasiado de ese egocentrismo en nuestros libros de hoy. ¿Qué me importa a mí con quien se acuesta o como le gusta el sexo a un autor que se nota que ni siquiera ha leído a Víctor Hugo, o vamos, al Marqués de Sade, si ese fuera el caso? Los escritores debemos ante todo ser insaciables lectores. Lectores de todo. Hasta de las lápidas de las tumbas, como decía el genio de Lenormand. Ahora siento que mucha de nuestra literatura se concibe en la ignorancia, en el espectáculo, en la farándula. ¡Cuántos faranduleros revolotean por nuestras librerías y en nuestros anaqueles! ¡Hasta con plumajes en el cuello los he visto! Son un asco. Hay escritores que quieren hacer de sus borracheras, de sus orgías, de su desenfreno, una gran novela. Y no llegan ni a la mitad de un chisme mediocre. Como Bukowski solo hay uno. A esas cosas NO me integro, ni me interesa.
9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?
Al público que asiste a mis obras siempre le interesa lo puertorriqueño. No van porque tenga en el elenco a un gran actor, o a un actor de televisión. Van por el tema. Y eso lo he visto a lo largo de mi vida. Puesto que trabajo muy de cerca la historia y hasta ciertos aspectos de la espiritualidad humana (como en mi obra sobre los años perdidos de la vida de Jesús), la curiosidad intelectual prima sobre la curiosidad banal. El interés no ha variado en lo que a mí respecta. Aún cuando he escrito comedias, el público que me ve sabe que la comedia para mí es un acto de revolución, no un entretenimiento. Siempre oigo decir, “voy a ver sus obras porque tratan de asuntos que yo desconozco”. Eso me complace y eso creo, contesta tu inteligente pregunta.
10.1 WRS - ¿Qué otros proyectos creativo-investigativos tenéis recientes y pendientes?
Sigo en la corriente de lo histórico. Trabajo para llevar a escena mi obra Aqua Funesta sobre la epidemia del cólera de 1856 en Puerto Rico, como un guiño a la epidemia del COVID. Sigo activo llevando a escena obras puertorriqueñas con la Compañía Nacional de Teatro. Trabajo en promover la obra de mi Maestro Francisco Arriví adaptando su teatro al público de hoy, pues sus preocupaciones raciales están vigentes. Me afano en seguir difundiendo la obra del Padre de Nuestras Letras Alejandro Tapia y Rivera, razón por la que, a mi salida del Ateneo, he fundado el Instituto Alejandro Tapia y Rivera, que además de promover su inmensa obra, busca proteger, difundir e investigar sobre nuestra literatura dramática. En el secreto de mis horas, además de trabajar otras obras originales tanto históricas como filosóficas y alguna comedia social que me divierte mi ocio, estudio obras inconclusas de mis maestros literarios. Estoy por terminarle a Luis Palés Matos su obra dramática Mar Gruesa, de la que él dejó apenas un acto con una carta que decía “¡no sé cómo terminarla!”. Y entre tanto y tanto, después de haber publicado mis tratados biográficos de Tapia y Baldorioty, trabajo en las biografías de Clara Lair y Francisco Arriví, así como mis diccionarios sobre cine puertorriqueño y la literatura dramática puertorriqueña del Siglo XIX, y mi Historia Social del Teatro Puertorriqueño. Y no dejo para último la segunda parte de mi libro Literatura Puertorriqueña Negra del Siglo XIX escrita por negros titulada “Los negros no piensan”: Historia de la intelligentsia puertorriqueña negra, que es mi más caro tesoro. Como ves, estoy algo ocupadito.
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