Por Roberto Ramos-Perea
Recibimos con mucho agrado el libro Rafael Tufiño y Amigos, pintores: Influencia del arte mexicano en la gráfica puertorriqueña, 1950-1960, del distinguido crítico de arte e historiador Juan David Cupeles, que constituye la publicación de su tesis doctoral, realizada en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
He compartido en breves ocasiones con Cupeles y puedo dar fe de su pasión por todas las ramas del arte y sus acercamientos críticos sobre las figuras más destacadas del mundo de las artes plásticas puertorriqueñas. Esta tesis, que se publica al parecer tal cual fue sometida, tiene un amplio alcance, pues añade a sus valores críticos experiencias personales del autor, incluidas en diversas entrevistas con los artistas más destacados de esas décadas.
Relata particularmente sus experiencias con Tony Maldonado y Rafael Tufiño. Este detalle, algo inusual en lo que caracteriza una tesis doctoral puertorriqueña, resulta ser uno de sus mayores atractivos, pues da a la narración de una escueta tesis, un toque personal que nos lleva a los aspectos humanos de lo que es una intensa aprciación de nuestros artistas.
El libro está profusamente ilustrado con fotografías, la mayoría a colores, lo que duplica, ciertamente, su gran valor. Hay una profusión de citas bibliográficas, así como descripciones precisas de los contenidos que pretende analizar. Trabaja con profundidad la influencia de las escuelas mexicanas en los artistas puertorriqueños que trabajaron arduamente en la formación de la División de Educación a la Comunidad, (DIVEDCO), el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Universidad de Puerto Rico.
Aunque las publicaciones de las tesis doctorales puedan repeler a algunos lectores, porque sus autores en ocasiones se niegan a modificar y simplificar los contenidos altamente críticos de estas, en el caso de Cupeles, sus contenidos descriptivos, la profusión de información desconocida, así como las trayectorias de las diversas instituciones y sucesos históricos que acontecieron con anterioridad a la década que estudia, se hacen de fácil lectura para su ameno disfrute.
Aunque tengo una pequeña objeción con la información provista sobre la fundación del Ateneo Puertorriqueño que su tesis refiere, sí puedo felicitar la estupenda síntesis que hace sobre la División de Educación a la Comunidad, así como su excelente capítulo sobre el arte plástico como forma de resistencia contra la represión cultural de los años 50.
Su trabajo sobre la figura de Rafael Tufiño es extenso, detallado y, sobre todo, muy comprometido con la aportación que este inmenso artista ha realizado. Lo mismo puedo decir de sus páginas dedicadas a Alfonso Arana, quien es, a mi juicio, uno de los grandes maestros de nuestra pintura.
Las conclusiones de su tesis son precisas y elocuentes. Ciertamente, México influyó en nuestras artes plásticas de incontables maneras. No solo artistas a artistas como Lorenzo Omar, Rafael Tufiño, Tony Maldonado, Eduardo Vera Cortés, Carlos Marichal, Francisco Cervoni, Cecilia Orta y Rafael Ríos Rey, entre muchos otros, se vieron impactados, sino que México, siempre hermanó a través de la difusión de su cultura con todos los países de América Latina, (puedo dar fe y evidencia de ello en lo que al teatro se refiere).
Excede los límites de esta breve reseña precisar cada una de las influencias demostradas en esta tesis, pero podemos concluir con Cupeles que, tras el estudio detallado de todas ellas, queda patente que México y Puerto Rico son, en el mundo del arte latinoamericano, alma y corazón. Felicitaciones y gracias al Maestro Cupeles por tan excelente contribución bibliográfica.
Agradecemos la publicación de esta tesis, porque trasciende sus propósitos académicos y se convierte en un excelente libro que suplementa los muy pocos que hay sobre la historia del arte y la gráfica puertorriqueña.
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