Por R. RAMOS-PEREA
Muchos celebran hoy el "día de la afrodescendencia". Bien por ellos.
Pero como afrodescendiente, no debería alegrarme que me dediquen un día, o una semana, un mes, o un decenio, o una actividad escolar o un congreso universitario...
Ser afrodescendiente no es una condición "especial", no es una marca de la piel que me haga superior o inferior a otro ser humano por virtud de mis dolores o las tragedias históricas de la infame esclavización. Esos tiempos ya pasaron y la esclavitud -la obligada y la voluntaria- ahora es otra.
El que nuestras raíces vengan de la Madre África debe considerarse una esencia del ser, del pensamiento y sobretodo del alma humana.
Reducir eso a un instante de "identidad forzada" solo consolará nuestras carencias, estimulará nuestra victimización, y nuestra inicua necesidad de reconocimiento.
La grandeza de vivir el ser negro desde el origen NO ES reconocer los sacrificios de la sobrevivencia y el dolor únicamente... es afirmar la grandeza y la sabiduría que ha generado EL PENSAMIENTO AFRODESCENDIENTE. Y esa grandeza está presente todos los días, a cada hora, a cada segundo de la existencia NO SOLO NUESTRA, sino del mundo entero.
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