Por R RAMOS-PEREA
Esta visto que nuestra sociedad padece una bancarrota de inteligencia irreversible.
El revelador asunto del comentario del primer actor Braulio Castillo ha desnudado lo pedestre, lo espurio, lo prosaico, lo ramplón y lo bruto a lo que puede llegar una sociedad cuando alguien dice una verdad que duele.
El asunto va así. Castillo expresa en su escrito que se conduele de ver a una mujer comiendo desaforadamente y que se ve por un momento tentado a decirle que se contenga de su glotonería (esta palabra es mía) porque puede costarle la vida. Pero no se lo dice, simplemente lo piensa y luego lo expresa en honestas palabras en su Facebook sin decir nombre ni alusión.
No bien sucede esto, hordas de imbéciles puertorriqueños le han caído como sucios piojos a condenar su sencillo juicio sobre las acciones de esta mujer. Pero él no la ofendió… ni se entrometió en su vida. Simplemente reflexionó sobre lo que a él le parece insano de nuestra conducta ante la comida.
¡Carajo, si todos pudiésemos hacer esto con todas las más terribles cosas que nos suceden a diario!
En nuestra sociedad hay un fangal de opinionados, gente que sin más que hacer con su banal vida, buscan importancia emitiendo juicios estúpidos sobre lo primero que les parece “ofensivo”. Tenemos una población en las redes que es muestra de la más baja estofa del pensamiento social. Ya no puede darse una opinión bien intencionada sin que aparezca una caterva de pendejos, que siguiendo los vulgares ejemplos de los tarados “influencers” de este país, nos quieren atosigar su ignorancia y su irrespeto por todo lo que vale algo en esta patria. Así lo iniciaron los nazis, el Ku klux Klan, y los agentes encubiertos de las policías del estado.
Estos que así viven criticando lo bueno que hacen o dicen los demás -por que ellos no tienen la capacidad de hacerlo- han convertido las redes sociales en cloacas.
Indigna que gran parte de nuestro pueblo sea tan tóxico, tan bruto. Sobre todo, cuando hemos tenido OPORTUNIDADES de ser una civilización sana, progresista, que se levante por sus propios pies por encima de los torturantes gobiernos y las clases privilegiadas. Esa oportunidad se llama VOLUNTAD, se llama CORAJE, se llama PROPÓSITO.
Señor Primer Actor Braulio Castillo: yo soy una persona muy obesa, usted me conoce desde hace mucho y nos consideramos hermanos en el oficio que compartimos, y le juro que yo le agradecería, como le agradezco a todos los que caminan conmigo en esta vida, que si yo cometiese la glotonería que cometía esa mujer, me lo dijeran con la buena intención que lo ha hecho usted.
Sin intervenir en la privacidad de nadie y respetando la voluntad de cada quién, (el que se quiera matar por glotón allá él) se pueden lograr cambios en la sociedad cuando con valor alertamos sobre lo que está mal. Aunque usted no lo crea, esta comidilla que le han lanzado, ha terminado por darle la razón. Y como sé que usted es un hombre devoto, también podría decirle que es un acto de cristiano amor.
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